La tensión crece después de que la Corte Constitucional de Guatemala decidió el domingo que los diputados de la fuerza política de Arévalo no asumirán el cargo afiliados a su partido
Manifestantes amenazaban el domingo con irrumpir en el Congreso de Guatemala debido a que se retrasó una sesión para la toma de juramento a los legisladores recién elegidos, lo que generaba dudas de que la asunción del presidente electo Bernardo Arévalo se desarrolle sin problemas más tarde en el día.
Las inmediaciones del recinto legislativo estaban cercadas por policías, mientras partidarios de Arévalo lanzaban consignas, exigiendo que se retomara la sesión, que fue suspendida después que congresistas salientes decidieran crear una comisión para revisar credenciales de los nuevos legisladores, algo inusual en el proceso de cambio de poder en el país.
Las tensiones se acrecentaron después de que el máximo tribunal de Guatemala decidió el domingo que los diputados de la fuerza política de Arévalo no asumirán el cargo afiliados a su partido, Movimiento Semilla, sino como independientes, una medida que les impide unirse a la junta directiva del Congreso y debilita la capacidad del nuevo presidente para ejercer el poder.
Si los diputados son declarados «independientes» no pueden integrar la junta directiva ni presidir comisiones paralamentarias.
No estaba claro si el retraso de la sesión afectaría la toma de posesión de Arévalo para el período 2024-2028.
Según la Constitución de Guatemala, el traspaso presidencial debe ocurrir a las 16:00, incluso si no hay acto protocolario de juramentación.
Con la promesa de desterrar la arraigada corrupción en Guatemala, el país más poblado de Centroamérica con 17.1 millones de habitantes, Arévalo, de 65 años, logró un amplio triunfo en el balotaje de agosto. Pero, desde entonces, el Ministerio Público (MP) arreció en sus intentos por desacreditar su triunfo y entorpecer la transición.
Las medidas del MP —intento de despojo de la inmunidad de Arévalo y su vicepresidenta Karin Herrera; suspensión de su partido, Movimiento Semilla; y buscar la anulación del proceso electoral— llevaron a miles de guatemaltecos a tomar las calles y a la comunidad internacional a levantar su voz de protesta.
Pero también socavaron el frágil estado de derecho guatemalteco colocando al país al borde de una crisis de gobernabilidad que podría limitar la implementación de las principales promesas de campaña de Arévalo, como sanear la administración pública, luchar contra la delincuencia organizada, generar más empleos y combatir el cambio climático.
A pocas horas de su investidura, Arévalo, hijo del primer presidente democrático de Guatemala, prometió que su gobierno trabajará para cerrar «una época tenebrosa» de «cooptación corrupta del sistema político”.
Aumenta la crisis con la embestida judicial, basada en casos «espurios» según Arévalo, fue condenada por la ONU, la OEA, la Unión Europea y Estados Unidos, que sancionó a cientos de fiscales, jueces y diputados por «corrupción» y por «socavar la democracia”.
Como muestra del respaldo, al traspaso de mando asisten el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, delegados de Washington, el rey de España, Felipe VI, y, entre otros, los presidentes Andrés Manuel López Obrador (México), Gabriel Boric (Chile) y Gustavo Petro (Colombia).
«Los problemas no han terminado para Arévalo», opinó Roberto Alejos, expresidente del Congreso y analista político guatemalteco.
«No le van a dejar pasar ninguna ley en el Congreso y tendrá suficientes dificultades para gobernar», agregó.
Acabar con el “pacto de corruptos”
EL presidente Arévalo sustituirá al derechista Alejandro Giammattei, quien ha sido vinculado con un llamado «pacto de corruptos» y durante cuyo gobierno se exiliaron decenas de fiscales, jueces y periodistas que denunciaron actos de corrupción.
Al amanecer del domingo, indígenas, en trajes tradicionales, quemaron velas e incienso en una ceremonia maya frente a la Fiscalía para cerrar 105 días de protestas en apoyo a Arévalo. Otros hicieron vigilia en la plaza central y está prevista una marcha en la jornada.
A pesar de su aplastante triunfo presidencial, Semilla —un partido socialdemócrata, ecologista y progresista— apenas logró 23 de los 160 curules del legislativo, colocándose como la tercera fuerza detrás de los conservadores Vamos, del saliente mandatario Alejandro Giammattei, y UNE, de la exprimera dama Sandra Torres.
«Las acciones para criminalizar a Bernardo Arévalo y a otros miembros del partido podrían continuar, incluyendo despojarlos de su inmunidad», dijo Ana María Méndez, directora para Centroamérica del centro de promoción de derechos humanos Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA).
«La alteración del orden constitucional en Guatemala generada por (la fiscal general, Consuelo) Porras es una grave amenaza para la gobernabilidad, la estabilidad y la paz», añadió.
El MP ha negado las acusaciones de que estaría llevando a cabo un «golpe de Estado» y ha dicho que su accionar se encuentra dentro del marco de las leyes.
«Estará bajo acoso permanente. El mayor desafío es responder al deseo de la gente: no ser gobernada por el pacto de mafiosos. Tiene que desarticularlo para poder gobernar», dijo a la AFP el analista Manfredo Marroquín.
En la plaza capitalina frente al Palacio Nacional, desde cuyo balcón el nuevo presidente saludará el domingo, Pedro Bernal, agricultor indígena de 45 años, comentó que «los corruptos no han querido soltar el poder porque no quieren que los fiscalicen ni ir a la cárcel”.
Migración, pobreza, China y Taiwán
Arévalo, un diplomático de carrera, sociólogo e hijo del expresidente Juan José Arévalo (1945-1951), recibirá un país donde poco más de la mitad de la población vive en la pobreza, con un alto costo de vida y tasas de violencia y que se ha convertido en el principal expulsor de migrantes centroamericanos a Estados Unidos.
Por ello, analistas creen que el gobierno de Arévalo será «de transición» ya que los cambios en pobreza, derechos económicos, sociales y culturales son temas estructurales que, en cuatro años, son difíciles de cambiar.
«No creemos que el pueblo de Guatemala en este momento esté esperando que (nosotros) lleguemos con una varita mágica», dijo Arévalo a Reuters poco después de su triunfo de agosto.
«Lo que quieren ver (…) es autoridades que finalmente asuman el compromiso de trabajar para el desarrollo y de trabajar para la gente, eso es lo que nosotros vamos a hacer», agregó.
El gobierno de Arévalo y Herrera enfrentará una disyuntiva en sus esfuerzos por reducir la migración ya que las remesas que envían los guatemaltecos ayudan a mantener a flote la economía local.
En 2023 alcanzaron el récord de 19,800 millones de dólares, cuatro veces más que una década atrás y 26% más que las exportaciones del país en 2022.
Tras ganar la presidencia, Arévalo ha insistido en que expandirá las relaciones con China, lo que —aunque él niega—, supondría un cambio de política del país centroamericano que mantiene lazos con Taiwán.
La movida, estiman expertos, podría enfurecer a su mayor socio comercial, Estados Unidos, un aliado de la isla gobernada democráticamente.
Con información de Reuters y AFP